domingo, 6 de diciembre de 2015

La mitad de la mitad, de la mitad, de la mitad....

no es un "infinitésimo", es.... cero. Es decir, desaparece.

Sólo es un recuerdo divertido de la manía -que yo creí que era, sólo, de las tías, pero lo he visto en más sitios- de comer pasteles... a medias.

Bueno, podía ser "a medias" o, "de una sola". Es decir, existe un pastel encima de la mesa... o varios, pero, en principio, se hace con uno.

Con el cuchillo, se parte por la mitad y, valiéndose del mismo, como si fuera una pala, se lleva al plato personal. Se consume. Se habla.

Queda medio pastel en la "fuente" dispuesta al efecto. Se corta la mitad, por la mitad y se sirve en el plato. Se consume... Se continúa la conversación.

Un ratito después, se corta el trocito de pastel que aún queda en la fuente. Se corta por la mitad. Se lleva al plato, se consume.

En la fuente queda...lo que queda del pastel. La familia acompañante observa si alguna de las tías será capaz de cortar por la mitad el trozo deforme de pastel que queda. Llega el cuchillo, al ir a cortarlo se constata que la porción se adhiere al cuchillo.

Teóricamente era la octava parte del pastel lo que quedaba, pero lo que dice la práctica es que el cuchillo es más grande que lo que iba a cortar. Resultado: desaparición del pastel. Consumido.

O sea que las tías desmontaban cotidianamente lo que después nos contaban en filosofía. Aquiles pilla a la tortuga. Claro, nosotros -los martínez- lo sabíamos. Lo mismo que el cuchillo era más grande que el resto del pastel, el pie de Aquiles era más grande que la distancia que quedaba a la tortuga. Resultados finales: pastel consumido y tortuga pisada.

1 comentario:

Pilar Flores dijo...

Debe ser una manía que nos dejaron en herencia, ya que no otras cosas. Muchos seguimos haciendo lo de la mitad de la mitad de la mitad. Y si no que se lo digan a los de la pastelería donde a veces nuestra madre y yo tomamos un café a media mañana y un pionono, bueno, la mitad de la mitad de un pionono. Besos