lunes, 28 de agosto de 2023

La mesa... "era así".

 

Esto podrá ser historia, incompleta, bien es cierto, pero es historia.
Resulta que, cuando se empezó a deshacer la casa de la calle del Marqués, estuve por Linares, con tía Isa, tía Teresa y, creo recordar, tía mami.
Estuvimos en la casa y como era normal en ellas me invitaron a que me llevara algo, lo que quisiera. En este caso, la mesa grande del comedor.
No recuerdo -de ahí la incompletez de la historia-, en absoluto, cómo estaba realmente. Creo que se había desarmado o descuajaringado, para ser más ambiguo porque, recuerdo -eso sí- que cupo en la trasera de mi coche grande, el Nissan.
Sí recuerdo, obviamente, el tamaño que tenía -o tuvo-, enorme, porque allí cabíamos todos y también recuerdo su estructura general, un rectángulo central rodeado de dos semicírculos.
El cómo se había arreglado el tío Félix, siempre se lo supongo a él, para meter allí braseros -de picón, claro- para calentar al clan no lo tengo tampoco claro. Tenía que haber uno en el medio del rectángulo central, pero, ¿y en los lados?. ¿Llegaba a haber dos medias tarimas en cada lado?.
No lo sé, pero si alguien lo recuerda le agradeceré me lo indique ya que estoy tratando de hacer un dibujo-retrato lo más preciso posible.
En cualquier caso 'aquello' entró en la parte de atráss del coche, ya supongo que bastante desguazado.
El problema surgió cuando llegó a mi casa.
Se había deshecho, entero, pero a trozos pequeños. Tanto y tantos que las pequeñas duelas que formaban los semicírculos estaban desparramados por el suelo.
La recogida se convino al día siguiente. Se lleva el coche a un aparte y poquito a poquito se van poniendo en el suelo los trozos que servirán para su reconstrucción.
Pero, claro, su enormidad la hacía casi inusable y, sin embargo había que recuperarla por el cariño que esa mesa había soportado, por el homenaje a todos los "nanos" que se habían arrastrado por encima buscando posos azucarados de café y... por tantas cosas.
Pues bien, llegamos a juntar los dos semicírculos obvios que eran identificables. El rectángulo central y su tarima se desestimó. Era un añadido a lo que suponíamos la mesa primigenia.
Y... se llevó a nuestro carpintero en el pueblo del Instituto de Alicia. A Illora.
Cuando volvió pudo recibir un sitio de honor. A la entrada del salón. Rehecha entera, pero, por decirlo así, en los 2/3 del tamaño de nuestra historia con ella.
Al cabo de unos pocos meses tuve la suerte de traer a tía Isa a casa. No le dije nada para que fuera más grande su sorpresa.
Y ocurrió un suceso entrañable. Entró en el salón, vio la mesa y se echó a llorar "como una madalena".
Sólo decía, "...era así, era así..."
Con lo que quedó consagrada su forma y... su sitio.
Era así: