miércoles, 12 de agosto de 2015

los recortables de D.Nicolás

Mi padre tenía algunos gustos altamente pintorescos. Le gustaban los recortables, a ser posible de "cartón troquelado". Éstos eran unas maquetas de trenes, aviones, barcos, o casas, más bien los primeros que los segundos, que venían impresos sobre un papel muy recio, con profusión de colores y que tenían unas rajas que, casi, permitían separarlos de su sitio sin necesidad de usar tijeras.

Los compraba en una librería de Linares que había en las "ocho puertas" y que se llamaba "Segundo" o algo parecido. Corregidme si me equivoco porque estas líneas han de quedar para la posteridad.

Pues bien, cuando en una ocasión íbamos a ir a la sierra, al paraíso, papá se hizo de una carpeta notoria. Barcos de guerra y camiones y jeeps militares. A todo color y con profusión de detalles. Ni que decir tiene que había que llevar, también, un número de tubos de "pegamento IMEDIO" que desprendían un olor de lo más gustoso.

Llegados a la sierra y una vez ubicada cada cosa en su sitio, papá sacaba los recortables y se ponía en su mesita a hacer sus maravillosas obras. Hasta que lo vió el tío Félix.

"... eso no se hace así, de cartón no sirve para jugar, hay que hacerlo de lata". Sorpresa de papá, que 'esto' ¿lo puedes hacer de lata?. Se referían a un jeep tal y como se ve en la imagen.

El tío Félix cogió una lata de la reserva que tenía, gracias a la leche condensada y pegó sobre ella los trozos recortados. Con una cizalla de mano empezó a dar forma a la carrocería que quedó estupendamente acabada. Unos trozos de madera, de chopo, por favor, más un chasis recortado sobre una tabla, conformaron un jeep mejor que aceptable. El problema era las ruedas. No daban, entre papá y tío Félix con la solución para que rodaran bien y no se soltaran del chasis. Esperábamos que, a base de usar el cochecito, se fuera suavizando la capacidad de giro de las mismas. 
Papá se quedó impresionado de la habilidad del tío Félix para hacer cosas tanto grandes, camas, como pequeñas (el jeep no medía más de 20 cm de largo). 
Le preguntó si se podría hacerun barco con un trozo de chopo. Y, entre los dos, uno dirigiendo la forma y otro ejecutándola, ¡hicieron un acorazado¡. 
La obra muerta era un cilindro de chopo, cortado por la mitad, con la proa afilada con la hazuela, herramienta bonita donde las hubiera, y la popa redondeada con la escofina, consiguieron el casco. 

Las torretas de los cañones, el puente y demás superestructuras, con concha de pino. Los tubos de los cañones eran juncos.... Todo fenómeno..... hasta que lo botaron en uno de los tornajos.
Se ladeó. No flotaba vertical en absoluto. El barco había escorado antes de sufrir el más mínimo cañonazo.
Cuando se fijaron en el tronco resultó que, al parecer -y según deduzco ahora- no habían cogido un trozo con densidad pareja, había una  parte menos densa que flotaba mejor y que estaba a un lado.
Félix no se arredró. Cogió el tronco, con el serrucho de costilla le hizo una raja y metió una lata, también de origen "lechero" para hacerle una quilla. Fue doblando la quilla hasta que el peso de la misma equilibró el desequilibrio del casco y aquello flotó derecho. 
Era majestuoso verle surcar el agua de los tornajos. Pero, no lo miraras por debajo. La quilla era francamente fea.
O sea, que en el paraíso no sólo se hacían juguetes, sino que se arreglaban.