lunes, 24 de junio de 2019

Asomarse al Hondo Peñalcón

Esta era una de las excursiones más exóticas que pudieran hacerse por nuestros andares paradisíacos.
Tenía que ser por la tarde, creo que para tener el sol de espaldas y así poder vislumbrar los misterios de aquel "hoyo" gigantesco. Solía ser multitudinaria porque si bien era considerada peligrosa no lo era en modo alguno difícil. Había, pues, que atender a las indicaciones de los mayores y sólo eso.
Subíamos hasta la casa de los Calarejos. Si a alguien se le terciaba subir por el "laberinto", pues por ahí, pero las personas formales y los muy pequeños lo hacían por el carril casero hasta llegar a la bifurcación en la "Era del boquerón".
La casa a la izquierda, el carril que viene de arriba ha atravesado la falda de subida a la era del boquerón.
A la derecha, el "hueco" por el que e bajaba al Hondo.
Esta era una excursión de alturas. Es decir, el núcleo principal de la misma -aparte de la estética de los paisajes- era la admiración del "hondo", porque era hondo. A saber, el "Quinto Pino", está a 1312 m s.n.m. (en Alicante, como decían los expertos). Subiendo por el carril de ida hacia la casa se llegaba al "puertecito" que facilitaba la bajada hacia el Hondo, que estaba a 1373 m. O sea, se habían subido 60 metros en vertical.
Pues bien, tirábamos  hacia la derecha y  haciendo una "s" se iba subiendo poco a poco hasta los pinazos que había delante de la casa forestal, que está a 1421 m. O sea, alrededor de 50 metros de altura desde el "puerto"

Continuación de la vista. Estamos encima de la casa de los Calarejos. A la derecha está el calar que da vista al Hondo.
Reunión de todo el grupo y a partir de ahí se establecía una cierta improvisación. ¿por dónde tirar?, pues... por ahí, o por allí.
En realidad daba igual, yendo hacia el este, fuera cual fuera la inclinación de la trayectoria se llegaría al borde del precipicio.
No había mucha cuesta, La zona más alta llegabaa 1468 m, aproximadamente y, claro, no estabas en el borde porque éste estaba más....abajo, unos 30 metros en vertical.
Y, claro. Desde ahí se veía la magnitud del hondo, el cerrico de las mentiras al fondo (donde decíamos "eso ya es Albacete", con un cierto deprecio -no era nuestro-) y, el fondo, el fondo próximo, ese riachuelo al que llegábamos después de haber pasado por la fuente, justo debajo del cortado, está a 1100 metros. O sea, cuatrocientos metros de ¡porrazo!.
Con razón nos advertían los mayores que tuviéramos cuidado. Además, en una ocasión nos dijeron que no sólo era que nos mataríamos si cayéramos, sino que sería muy difícil encontrar nuestros restos.
Y la verdad, eso que nos desparramáramos -nos esfaratáramos- y fuera dificil ir a por nosotros, me servía bastante para no acercarme más allá de....donde nos dejaran.

A la vuelta, subiríamos los 20 ó 30 metros hasta la cota máxima y, desde ahí, hasta la casa, no había problema. Todo era cuesta abajo.