martes, 22 de diciembre de 2015

Iluminar la vida

Mi padre decía, siempre que era oportuno, "Niño, enciende la luz; a mí, que me maten cara a cara"....

Quería decir con ello algo clarísimo, o sea, al revés, algo oscuro.... que no veía lo suficiente.

Yo me lo imagino yendo a cualquier tienda de bombillas. Seguro que haría una reflexión sobre si merece la pena comprar las bombillas por la potencia que tienen señalada o cambiar a pedirlas por lúmenes o "candelas". 

Hace poco menos de dos días, apareció una noticia -en FB- sobre la experiencia de conseguir luz por medios naturales. En la foto, había una especie de peceras donde se vislumbraban plantas que, supongo, eran las provocadoras de la luz. Él vaticinó que en algún momento podríamos repetir el mecanismo luminiscente de las "luciérnagas"...y anunciaba que sería superinteresante. Era un procedimiento -decía- de altísimo rendimiento. Más que ningún otro. O sea, que, cuando lo conociéramos, pintaríamos de algún pigmento la parte alta de las habitaciones y, de ahí, recibiríamos la luz.

Pero esto no es tan interesante como el recuerdo correspondiente que tenga que ver con "el paraíso". ¿Cómo nos iluminábamos en un sitio sin electricidad?. ¿Con velas?.... ¡Ah! y, entonces, no había "camping-gas"....Había.... otras cosas.

A ninguno nos extrañaban los "candiles", ni las "velas", ni ninguno de los 'aparatos de luz' que pudiéramos gozar en la sierra. Ya los veíamos en Begíjar o en la misma casa de Linares. Entonces no era nada raro que "se fuera la luz". Cualquiera de nosotros teníamos la habilidad de saber cómo ir a dónde se guardaran las velas, buscar una, cogerla en una mano y, en la otra, la caja de cerillas que prendería el 'pabilo'

Los candiles eran más de Begíjar. Bueno, no, en casa de las tías había unas cuantas lámpatas -candiles disimulados, digo yo- de bronce y, alguna, bastante bonita.

Pero en la sierra había eso... y el protocolo. 

Desaparecía el día y había que prepararse para la noche. Luz en la cocina para hacer la cena, luz para gente que tuviera que salir a algo, luz para acostarse y, lo más importante, luz en el 'salón' donde, alrededor de una mesa de caballetes, cenaríamos un montón de gentes.


Aparecían los "carburos". Llamados así porque su combustible provenía...del 'carburo'. Sustancia parecida a unas piedras azules, que se partían fácilmente, no se podían tocar y, sobre las que, al echar unas gotas de agua, se desprendía un gas combustible. 

O sea, había que llenar una vasija de agua, la parte de abajo, se llenaba de esas piedras. Se cerraba a rosca. Se operaba sobre una válvula de tornillo que abría el paso del agua sobre las piedras. Sobre un 'pitorro' al efecto se aplicaba una llama y, salía una lanza de fuego luminoso. 

Uno para la cocina, otro fuera y... lo mejor. El "Petromax". Aparato mágico donde los hubiere.

Papá tenía adjudicada la liturgia del encendido. Le llevaban el aparato, había una lata con gasolina, supongo, o petróleo, que, con sumo cuidado había que verter sobre el depósito correspondiente.

Al lado de éste, una especie de bomba de inflar ruedas de bicicleta, pero en pequeño, metía aire a presión en algún lugar. Después, con un "fósforo" (también llamado "cerillo") prendía la "camisa" de donde procedería la luz. 
Petromax, parecido -que yo recuerde- al de "la sierra".

En principio aparecía una llama azulada que se extendía a toda la camisa. Un ratito después, al accionar una moleta, la luz aparecería intensa, radiante. Suficiente para "darnos luz" a toda la panda. Se esperaba que aquello estuviera ajustado, dando más o menos intensidad y, al ratito, se consideraba acabada la operación.

Alguien de los jóvenes llevaba, acto seguido al "Petromax" hasta una repisa que estaba anclada en la única columna del salón. Una repisa verde, supongo que hecha por Félix y estupendamente adaptada a su función: poner la luz en alto para que hubiera suficiente para todos.

Me resulta curioso el que, el tal aparato no sea tan antiguo como yo creía. Está en el mercado y, prácticamente, igual que el de la sierra que, ya entonces, era antiguo. Mamá cree que era una lámpara del abuelo que tenía o en Beas o en Begíjar... Así, que, imaginaros.

Las bombillas fueron, siempre, una parte importante en las aportaciones de mi padre a la familia. Él las prefería "de 100 watios" y, curioso, le sirvieron, al menos en lo que a mí respecta, en no confundir Voltios con Watios....Se lo agradezco de veras. Me ha servido siempre.

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