domingo, 4 de octubre de 2015

Los tornajos

En el paraíso se aprenden palabras extrañas. Además, tienen la ventaja de que, como son usuales, nos dan un cierto carácter de iniciados.
Si en el colegio de las esclavas de Linares, contemporáneo con nuestras vivencias paradisíacas, decías "tornajos".... la gente te miraba con una cara extraña....¡no sabían lo que era!.
Los tornajos eran unas extrañas "tuberías", hechas, cada una de ellas, de un tronco de pino asombrosamente recto en el que -nos decían- bebían las ovejas cuando iban a beber a la fuente.

De un pino derecho se labraba un "canal", a base de azuelas, hachas y formones, supongo, mucha paciencia y buen hacer. Se lograba tal cosa como esto:

Un semicilindro, bastante regular,con zonas más macizas en los extremos y, alli, un pequeño canalillo para conducir el agua al tornajo siguiente.

Tamaño: los había de todos tipos. Los más cercanos a la casa, en la "fuente de la teja", tendrían unos 4 metros de largo por 25-30 cm de ancho. y, 15 a 20 cm de profundidad.

Supongo que las proporciones se ajustaban al hocico de las ovejas.

Se encadenaban, como en una escalera, de tal forma que el primero estaba cerca de la artesa de la fuente, de la cual cogería el agua. El segundo, al pie del primero recogiendo el agua del canalillo y, así, hasta un número de 5 a 7, dependiendo, supongo del ganado que tuviera que abrevar.

En el caso de los que estaban cerca de la casa, nosotros usabamos, uno o dos, y tratando de no echar jabón nunca a ellos. O sea, que era cuestión de meter las manos y aclararse el polvo que tuviéramos,.... la cara, yo no recuerdo haberme lavado la cara, pero no era por lo limpia o sucia que estuviera el agua.... es que, la cara, la cara... eso no se lava... hasta que no estás casado, creo.

Los últimos tornajos estaban rodeados de matas de juncos y zarzas, hierbas variadas aparte de barro, ya que el último vertía hacia lo que se suponía un arroyo que tenía poca pendiente. O sea, barro.

La gran ventaja de los tornajos es que nos permitían jugar con las especies de barquitos que pudiéramos hacer con conchas de pino. Ahí botó papá su acorazado de chopo, cuatro torretas en montajes dobles y quilla supercomplicada.

Esas artesas, sorprendentemente eficaces -no se le escapaba el agua por debajo casi a ninguno-, también servían para refrescar las botellas de bebida que usaban los mayores. No digamos en la fuente "fresca". Allí sí que era como una nevera
.
Un año, el tío Carlos, montó -hizo montar- un tornajo enorme en una terraza del camino, muy cerca ya de la fuente fresca. Era anchísimo y pensamos que serviría para bañarse. Creo recordar que el tío Pepe se atrevió a meterse alguna vez. Casi, por supuesto, el tío Rafa, por favor....Pero el agua era del arroyo que, de una forma u otra, también nutría a la "fresca" de la fuente. O sea, que los baños allí no servían para aprender a nadar....10 segundos y ¡fuera!.

En los Calarejos, al lado de la "casa forestal" había unos tornajos de obra, con muy poca agua, si es que alguna vez la tuvieron, pero eran mucho mucho más feos que los nuestros. Y es que los nuestros, eran nuestros, que era lo mejor que tenían.....

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