miércoles, 21 de octubre de 2015

La "chispa"

Al lado de la casa, algo más lejos del "5º pino", había una "Calera".
En un principio, para mí, era un topónimo. La calera era el sitio en donde se echaban las basuras de la casa. Supongo que nada de plástico, pero sí mondas de patatas, huesos de los cocidos y demás desechos que, en otro caso hubieran pasado a "compost", pero eso era impensable entonces.
A ver, comíamos y, casi indefectiblemente, a media tarde había un paseo de Irene hasta el "sitio". Un cubo y un vertido.
Un día me asomé al "agujero". ¡Qué decepción!. ¡No había agujero!. Es decir, lo que se llama así, es decir, profundo y oscuro, no lo era. Había unas ruinas de algún tipo de muro y, en medio, un montón de jaramagos, piedras, tierra y... restos de patatas.
Pero ya me había llamado la atención el nombre: "calera".... Recurso para seguir, lógico, papá.... y los paseos serranos. A veces, al subir a "La navilla", tirábamos por una especie de atajo. Allí, había, no sólo una, sino dos... "caleras".
En fin, sitio donde se hacía la cal, 'cociendo' piedras en un lecho de leña.
De ahí salían unas piedras reblandecidas que, sin mucho esfuerzo, se volvían polvo. Un polvo que, si se tocaba, irritaba la piel. Era la "cal viva" y, apagándola, "cal muerta.". Eso decía papá.
Bueno, no paraba ahí, la cal servía para la construcción y resulta que, la casa, estaba hecha con arena y cal.... O sea, que importaba saber el qué era.
No acaba aquí el rollo. En una ocasión, el tío Rafa -desde luego era un alma mater del paraíso, no me cabe duda-, dijo de ir a trabajar. Asalariado, claro. Que quería pasar por esa experiencia y, ¿dónde buscar trabajo en medio de aquel paisaje?.
Pues está claro, haciendo cal.
Había por aquellos andurriales un personaje insigne. "La chispa", quien, como indica su artículo era una mujer. Señora, digo yo, porque para andarse en lo que andaba, no tenían que ser una chica de tres al cuarto.
Regentaba, al parecer, una cuadrilla, que trabajaba en el bosque. Supongo que cortando leña, cogiendo piñas, piñones y lo que fuere. Y, además, haciendo caleras y, por tanto, cal.
Pues bien, fuése el tío Rafa a trabajar con ella y sus montaraces compañeros.
Se levantaba temprano, y, volvía por la tarde, cansado, Pero ya tenía su experiencia satisfecha que, por cierto, nunca me contó.
La "chispa", tenía una habilidad especial para la que fue requerida en la familia. Pintaba. Es decir "encalaba" casas, que era, obviamente, lo que había que hacer en un país.... calero. Y, es más, pintaba de una manera asombrosa: ¡a sartenazos!.
Yo recuerdo que se comentó y, creo recordar, se vivió una cierta expectación al respecto. ¿Cómo se pinta... a "sartenazos".
Pues, obvio, con una sartén....
Y así lo vimos
Un día llegó "La Chispa". Creo que con alguien más, supongo que algún mulero y, en el mulo, los aparatos correspondientes.
Al fín sacó el objeto a observar. Una sartén pequeña, con un mango larguísimo, del que salían unos refuerzos como en los mangos de las sartenes para las migas.
La señora cogía una pequeña cantidad de cal (muerta, supongo) y, con un movimiento bastante airoso lo lanzaba contra la pared. Allí, se esparcía en la cantidad justa como para quedarse, y más en ella que lo que salpicara al suelo. Una vez y otra vez... hasta que la casa quedaba pintada.... a sartenazos.
"La chispa" era pequeñita, rápida, y valiente, y me formó en un principio de admiración hacia las personas inesperadas.


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