jueves, 29 de octubre de 2015

Los cazadores de la pradera

El cazador de la familia, el gran cazador, era el tío Josemari Díez del Corral. Era conocido su afán cinegético en Linares y yo recuerdo verlo rellenar cartuchos en la cocherita -de motos- que había en el portal de Marqués 20.

Estábamos en la sierra y, un día, apareció el tío Jose con su moto. Una magnífica Derbi 250, grande, ruidosa y muy moderna. Recuerdo detalles de ella tales como que tenía lucecitas para indicar en qué marcha estaba la caja de cambios, que tenía un asiento encima del guardabarros trasero, para el acompañante y que, con ella, me llevó alguna vez de una casa a otra.

Pues bien, apareció en la sierra, lo cual me asombró. ¡Estábamos lejisísimos de Linares!.¿Se podía venir en moto?....

Y trajo una sorpresa extraordinaria. Una escopeta, de dos cañones, pero de calibre pequeño.... para los niños. La sacó de su estuche, en medio de la caterva de primos que conformábamos aquella avanzadilla de la civilización en los bosques serranos.

Poco menos que tenía que haber dicho ¡Tachán!....y hete aquí que se vio rodeado de un montón de caras, caritas, de asombro. ¡No importa!. Él siguió con su discurso. ¡Os voy a enseñar a cazar!.... Caras casi iguales. 

Yo creo que era un objeto absolutamente inesperado. Lejísimos, al menos en lo que a mí respecta, de cualquier ilusión formada o esperanza. Era, eso, una escopeta.

Nada, no hay problema, al cabo de un rato -o al día siguiente, no recuerdo bien-, salimos andando los Flores Martínez y los DidelCo Martinez, por medio del campo de fútbol hacia el carril que lleva a la fuente fresca. De pronto, ¡un pájaro!, ¿dónde?, !ahí, en ese pino!. ¡Todos detrás de mí!, ¡Silencio!....

El tío Jose carga la escopeta y viendo la pandilla acompañante se dirige a mí. "Bueno, como eres el mayor, supongo que te corresponde empezar".

Me da la escopeta, me la pone bien encarada y dice "apunta".

Yo, "¿a donde?".

- "¿no lo ves?, el pájaro está lo alto del pino que tienes delante..."

No veo nada, pero como aquello parece que hay que hacerlo, pues se hace. Tiro de la cola del gatillo y sale un ruido ensordecedor.

Una sombra pequeñita cae a través del árbol hasta el suelo. ¡Tocado!.

El tio Jose, coge el pájaro y con una cara entusiasmante nos lo enseña. "¡Ya habéis empezado a cazar!.

Tuvo que ver a su alrededor las caras que aparecen en la foto, porque creo recordar que no hubo ni un sólo tiro más.



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