martes, 2 de febrero de 2016

Desayunos y meriendas

Hace tres o cuatro días estuve comiendo, en Almería, con Rafa Matínez y MariLola. 
Como viene siendo normal, hablamos de recuerdos y requerí asistencia en algunos detalles que me faltan y me seguirán faltando.¡Ah!, por cierto, se requiere a los concurrentes a estas letras que aporten datos. A ser posible, en los comentarios al blog. 

Recordaba Rafa los desayunos a base de picatostes. Nos reímos al recordar lo que eran -y, digo yo, seguirán siendo- las categorías en el desayuno. Desde el pan, pelao y mondao hasta los churros que, al parecer, fueron y serán el  culmen de la rotura del ayuno. 
Tía Teresa era la que hacía los picatostes más cuidados. Estaban en su punto. Luego, unos más y otros menos, el pan frito sustituía al crudo en su relación con el aceite. De galletas, no había nada, si acaso "María Fontaneda" cuando estabas malito, pero muy poco más.
Sí, sin embargo, constatábamos que los desayunos de casa de las tías eran algo especial. Después de la "Misa Mayor" en Santa María, podía haber tostadas con mantequilla, Nescafé, (ahí se me creó un referente personal que aún me acompaña), y algún pastelito de "casa Félix del Amo". En esos desayunos se hacía real la existencia de la 'mantequilla de leche', "Lorenzana", si se terciaba, o alguna marca de igual categoría. Eso sí, en paquetitos pequeños, para indicar la exquisitez del alimento.

Porque, hablando de mantequillas, conviene decir aquí que no siempre han sido eso, mantequillas.
De pequeño asistí al cambio de las margarinas, que era como realmente se llamaban. En principio eran una masa, más o menos amarillenta, que llegaba a comprarse a granel en "Almacenes Peñalver", en la Plaza de San Francisco.
Y, en esto llegó el "Tulipan". 

Y empezó la fiesta. Papá aclaraba que no era mantequilla, mantequilla, pero sí que era la mejor margarina que había en el mercado.
Ya se podían untar las tostadas hasta el filo, como hizo siempre mi hermano Pablo y, además, mi madre empezó a inventar la mantequilla de cacao, el paté de atún, el paté de anchoas, y demás sustancias cremosas que acompañan al pan mañanero o el de la merienda.
Porque se me estaba olvidando el "foie gras"...que podía llegar a estar "más bueno que el pan" y que era susceptible de reinventarse a través de las manos magníficas de mi madre.

Por cierto, he nombrado más arriba a tía Teresa, y le rindo homenaje al partido que le sacaba a las latas de Foie Gras (La Piara, supongo). Imaginémonos -o recordad, quien lo haga-  a Teresa, a eso de las seis de la tarde, coger una 'talega' (bolsa hecha de tela de un antiguo vestido, con un dispositivo para ser cerrada y cogida de su cuerda), poner una hogaza de pan dentro, un cuchillo de los de punta redonda que había en casa de la abuelita, una lata de foie y decir, ¿quién se viene de excursión a la fuente fresca?... Todos. ¡evidentemente!.
Y no había más que foie, pan y, agua, fresquita, eso sí. Pero, ¡vaya tarde bonita!.
Puchi:

 Yo no olvido los desayunos en el patio de los abuelos con mi bollo de pan blando y caliente de la panadería de la calle Tinte(sin tostar), al que le ponía mantequilla en bloque, bastante dura y mermelada casera. Esto acompañado de un buen tazón de cristal (de colores) en el que nunca pude poner colacao pues siempre era café. No he tomado nunca nada igual. Todo ello preparado por tía Isa



1 comentario:

Pilar Flores dijo...

Que rico todo.... A mi lo que mas me gustaba eran los bollos esos calentitos que comprábamos en la tahona de la calle el Tinte.
Pero, hablando de pan, no debes olvidar los tazones de pan migao - simplemente trozos de pan flotando en leche con chocolate - que nos daban para cenar. Sencillo, pero eficaz.
Y hablando de picatostes, tampoco estaban nada mal aquellos que nos daban mojados en vino con azúcar. Para ser niños tampoco estaba mal esa idea. Hoy los hubieran denunciado a los mayores por incorrección política. Pues eso que se pierden los de ahora!!