lunes, 12 de febrero de 2018

Historia de un número: 10-40-38

Si a alguno de nosotros le entra la curiosidad de ver cuántos "socios" (amigos) formamos en Facebook el clan Martínez, nos encontramos con un número curioso: 116. Según podría entenderse ahí estamos los Martínez actuales, pero no todos los que están lo son, ni, tampoco estamos todos los que podríamos estar. Hay, digamos, aficionados, amigos queridos y gente que nos quiere y que, de una forma u otra, leen nuestros cuentecillos, comentan -comentamos- nuestras fotos y decimos algunas cosas que, por suerte, son siempre positivas.
Pero hay un número, bueno, uno no, tres, que son especialmente significativos.
 Los del título 10 - 40 - 38.
Bajo ese referente tuvo lugar una extraordinaria -fuera de lo común- fiesta Martínez. Se trataba de que nuestra casi ancestral   "casa madre", en Marqués de Linares 38 (antes era el 40), iba a abandonarse.
Yo creo que el principal motor de tal fiesta no era otro que un familiar insigne y especial. Isidoro Román, marido de Pily Martínez y, junto a ella, padres de innumerables "Romanes".
Pues bien, este hombre puso especial atención a que la despedida de la casa no fuera cosa baladí. Había que montar una fiesta, un fiestón, y él fue el que hizo la convocatoria bajo una carta que adjunto



Así, pues, el motivo aparente era la "despedida", pero otros motivos no menos importantes eran el estar juntos, hacer el "censo" de familia, poner en contacto a todos con todos y, como siempre, homenajear a nuestros socios fundadores.
10 eran los hermanos Martínez Marín y, lógicamente, se echaba de menos a los dos que faltaban: "Carmina y Félix".
40 éramos los "primos hermanos" hijos e hijas de estos primigenios.
Y, los 38, la siguiente generación.
Pero no contento con esta constatación, el tío Isidoro se entretuvo en hacer un árbol genealógico. A ordenador, que era lo que privaba en ese momento y, además, en "Word Perfect". Lo vi trabajar, trabajar, trabajar, una paciencia infinita, tipo de línea, bloque a la derecha, seis columnas a la izquierda, tres filas hacia abajo, saltar con una línea la separación entre familias. número insertado....
Cuando me lo enseñó no estaba aún completado. Me pareció un trabajo ambicioso y, como otras tantas veces, volví a meter la pata: "Pero tío, si hay programas más sencillos para hacer eso...". "¿es posible?, me contestó y yo, chulo de mí, cogí un programa que servía para hacer diagramas de flujo o esquemas eléctricos y diagramas de programación.
Lo siento, le pido perdón. Lo hice en un rato y, se lo llevé. Inmediatamente -por aquello de ser diplomático- asumí que el suyo era el "chipén" y el mío una cosa un poco cutre.

Pero lo importante es que, ahí estábamos todos. Todos, digo, los de ese momento. El 29 de Junio de 1993.
Fuimos apareciendo Martínez--XX y XX-Martínez, conocidos, cariñosos y jaleosos. Llenamos el portal y comimos, aunque en este momento no dispongo de recuerdos sobre cómo lo conseguimos. El portal era una asamblea de gente feliz y que estaba dispuesta a sacar lo mejor de cada uno para que el de al lado estuviera aún más agusto.
Sacamos recuerdos. Propusimos que la gente los sacara y se expusieron algunos murales para apuntar:


Evidentemente: Rafa Martínez.
Un poco de todos
Y el caso es que sé que hay más, que tengo más pero no los he encontrado en este momento.
Lo que sí es cierto es que cada uno fuimos aportando lo que pudimos, entre lo que se encuentra algunos dibujos de la "casa" por antonomasia.











Y, lo que es más que entretenido es que, estando claro el objeto, y siendo así que reviste para los que vivimos en ella un enorme atractivo, no le llega ni de lejos a lo grande que es el recuerdo en sí. No hay un lugar, sitio, rincón, piso, teja o maceta, que no retenga un recuerdo o motive alguna sensación. Hemos pasado alegrías y tristezas, golosinas y cicatrices, hemos aprendido de sus personajes y pensado en cómo son -o eran- y qué nos decían para formarnos como personas. 
Pero ¡bueno!, me estoy poniendo algo chocho. Yo tenía que seguir contando y añadiendo cosas. 
Ahí van.
La comida -el inicio, por así decir- llegó, vió y venció. Pero no acabó. 
Salimos al patio ¿cómo no?, para tomar "la fresca" y, hacer grupos de afotos. 
Pasó lo que tantas veces podía haber ocurrido y nunca se había efectuado. Es decir, se pone un grupo, todos muy formales y, de pronto, ¡alguien les echó un cubo de agua!. A partir de ahí, todos mojados.
Aquí van algunas fotos:











Y, por el momento, mi historia queda aquí. Ahora bien, espero ampliarlo. Me gustaría que pusiérais acotaciones y datos complementarios. Podía quedar una historia la mar de bonita...










1 comentario:

Pilar Flores dijo...

Es una relato fantástico, Rafa. Pero es una pena que las fotos nos sean mejores. No me puedo creer que tu, el guardián de todos los tesoros familiares, no tengas las fotos originales de se día. Yo creo que tengo un buen puñado, las buscaré para escanearlas y mandártelas para ilustrar ese libro familiar que algún día escribirás!