domingo, 5 de noviembre de 2017

El tío Juan, agrimensor.

En la chopera de la "Sierra" había una dimensión difícilmente asumible por un enano como yo.
Todos los chopos estaban alineados, pero no de una manera simple, no, sino alineados en casi todas las direcciones
Pasabas por el camino que llevaba al cortijo de arriba. Mirabas hacia la derecha y había chopos en fila, pero mirabas con un cierto ángulo y, también, y a la izquierda, igual. Andabas un poco y volvían a estar alineados. Mirabas a la izquierda y, esos, también, Mirabas hacia atrás y los que parecían que se habían ido de línea, volvían estarlo.
Asombroso.
Como es lógico acudí a mi padre para plantearle el extraño fenómeno.
Y, como también es lógico, sentenció rápidamente el tema: los chopos estaban plantados al "tresbolillo" y, ya está.
Pues estaría, pero yo no acababa de entenderlo. Sabía, porque tío Félix alguna vez la usó, el poder que tenía una cuerda para limitar una línea de lo que fuera. Se cogía una cuerda larga y alguno de los mayores te decía "ponte allí" y te ponías.
"Tira de la cuerda", seguía diciendo, y tirabas. "Bájala al suelo", y la bajabas. Al final. La cuerda, la línea, estaba sobre el suelo y por deducción aplicabas el principio a los chopos. Ya tenías la explicación de la primera línea de árboles pero, ¿y el resto?.



Tuvieron que pasar un montón de años para saber -y de una forma contundente- qué es eso del "tresbolillo".
Sucedió un día normal en Línares, es decir, mañana en casa de los abuelos y llegada de tío Juan:
"Anda vente conmigo al Hoyo, que tengo que hacer un trabajo"
En la mano llevaba una bolsa que resultó ser muy pesada y que tenía unos hierros bastante oxidados y sucios.
No recuerdo cómo llegamos a la casa, pero sí sé que echamos a andar por el arenal que hay al sur de la casa.
Llegamos a un campo en el que se ha hecho una pequeña labor con el arado.
El tío Juan, que ha cogido una azada pequeña y un paquete de palos de alrededor de un metro de largo (yo llevo la bolsa), mira a su alrededor y elije un punto determinado.
Clava un palo y me dice que saque "la cadena" de la bolsa que yo portaba.
Me pongo perdido de óxido de hierro. Empiezo a desenredar el amasijo metálico. Veo cómo salen eslabones de distinta forma y tamaño que tienen una cierta regularidad.

Estiro una parte de la cadena sobre el suelo. Al cabo de no sé cuantos eslabones hay uno más grande. Un aro y, a partir de ahí más eslabones hasta otro aro. Y, de éste, vuelta al principio, Al que tiene tío Juan a sus pies.

El tío, ayudándose de la azada, clava un palo en el suelo. Lo inserta en uno de los aros e indicándome uno de los que están en la cadena dice "tira para allá" señalando una dirección.
Lo hago y con la cadena bastante recta llego a su final. Viene el tío Juan y clava otro palo dentro del aro.
Más o menos así, pero no con triángulo rectángulo.

A continuación y con esa recta entre dos palos estiramos las dos partes que nos restan. Hemos trazado un triángulo (luego sabré que "equilátero"). Tres palos verticales en el suelo marcan a posición que tendrán tres futuros olivos.
Ahora desenganchamos uno de los aros y, cuidando que no se salgan los aros de los otros dos, trazamos otro vértice, después otro.

Al final, compruebo que hay un campo lleno de palos que "están alineados" ... como los chopos de la chopera.
Aprendí, in situ y empíricamente lo que era el "tresbolillo".


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