miércoles, 3 de junio de 2015

el interruptor de la luz

El tío Félix, de quien ya hemos publicado la foto, era el "apañao" de la familia. Parecía como que, si había algo que hacer en cualquier casa... había que pedírselo al tío.
Así, era normal que, en algún momento de la comida dominical multimultidinaria, algún hermano, más bien hermana, dijera... "Félix, a ver si te pasas por casa, que me gustaría poner una luz en el cuarto de los niños..." o algo parecido.
El tío, si ya estaba en la fase de lectura del periódico, gruñía alguna respuesta, porque, claro, no podía dejar el "Celta" en un cenicero que ya estaba lleno.

Y, así, a los pocos días, aparecía tío Félix por casa. No recuerdo en qué llevaba las cosas, tenía que ser alguna bolsa o... en la mano. La verdad es que, en un principio, no llevaba mucho. Un cincel y un martillo. Entraba en casa y decía "Pacita, ¿dónde pongo el interruptor?"...

Mamá lo llevaba al "cuarto de los niños" y decía, "aquí, a la derecha (o izquierda) de la puerta"....

La verdad es que yo esperaba alguna obra... luminosa, es decir, con cables y luces aunque no fueran multicolores, pero, tan sólo veía como tío Félix se afanaba en dar golpes al sitio que le habían indicado.

Al cabo de un ratito aparecía... un desconchón. algo así:

Claro, debajo de la pintura del momento, podían aparecer otras pinturas que hubiera habido antes, más un yeso joven, un yeso viejo y... ladrillos entre los que, a veces, aparecían trozos de cuerda... "de esparto", decían.

Una vez hecho esto, sacaba un "taco" del bolsillo. En algún caso, tenía algún clavo en los lados, pero no era lo normal. Era un tarugo normalito, de alguna tabla vieja que hubiera por la "capintería" del fondo del patio grande, en casa de la abuelita:

Algo así


Este taco, del que, en principio, no comprendía su función, iba a tener una importancia crucial en el "montaje" a que estaba asistiendo.

A veces, había un "nudo" en la madera del taco. No parecía tener importancia el que no fuera exactamente paralelepipédico,  Era, más o menos "cuadrado", de unos 8 x 8 cm., más o menos.

Ahora venía la tarea más ingrata. En algún recipiente, por ejemplo una lata de antiguas conservas, el tío vertía agua y un polvo que, después, supe que era "yeso". Movía algún instrumento metálico (no era normal tener espátulas), probablemente un viejo cuchillo de los que tenían una hoja muy ancha y, veía yo, trataba de que aquello tuviera una textura más o menos homogénea (este término lo diría ahora, entonces hubiera dicho 'pastoso').

Poniendo el taco encima del agujero hecho en la pared, extendía la 'pasta' para pegar el tarugo a la pared y procurando que su superficie exterior no sobresaliera de la pared.
Así

hasta que llegaba a llenar el agujero, tratando de igualar el relleno con la pared circundante.

Esto se hacía con un cuidado exquisito. Al parecer no se podía mover el taco.... porque el yeso "fraguaba" rápidamente y corría el riesgo de no sujetar al taco.


Era sorprendente el cuidado con que había que hacer toca la labor. El yeso, la sujección del taco, el igualar las superficies, el raspar lo sobrante, Mirar al taco, mirar la pared, ver que no hubiera rajas entre el yeso añadido y la pared. Volver a mirar...

Y, después, cuando yo esperaba que empezaran las luces o, al menos, los cables, ... no pasaba nada.

El tío Félix, recogía la lata, el cuchillo, el cincel, el martillo y, despreciando el estropicio que quedaba en e suelo. (Hasta que no he llegado a tener casa propia y obras propias, no he sabido lo que lían los albañiles...o uno mismo. El problema es que, como somos modernos, somos albañiles... y recogemos lo que destrozamos..., aunque no siempre....)

Bueno, pues eso, el tío recoge los apechusques y dice "Pacita, mañana vuelvo".

O sea, que ya está. ¿Se acabó la instalación?.

¡Qué va!.... A los dos o tres días aparece el tío otra vez en casa. Esta vez, ¡albricias!, parece que trae cables, una "llave de la luz", destornilladores y tornillos.

Se va al "cuarto de los chicos" y, con una barrenita, que no había citado antes, comienza unos agujeritos en unos sitios determinados. Después, pone sobre el tatugo, ya casi oculto por el yeso, un interruptor y, a través de él, pasa unos tornillos que caen sobre los agujeritos citados.

¡ya se explica el cincel, el martillo, el yeso, el raspado... todo eso es necesario para SUJETAR el interruptor.

A veces, un problema añadido dificultaba el éxito de la instalación. Como se ve en el dibujo, uno de los tornillos ha coincidido con un nudo de la madera. Estaba más duro y, a veces, sobrevenía una raja que ponía en peligro el éxito de la misión. ¡Vaya!. Yo me quedaba preocupado: ¿y después de todo esto hay que volver a empezar?....

Digamos que no, que aquello parecía estar sujeto.

Entonces, sólo entonces, se acometía la conexión a través de un "cable trenzado" y sujetado a al pared a través de unos "aisladores" de porcelana que se clavaban directamente sobre el yeso.

O sea, que una vez acabado quedaba así


Y, en el mejor de los casos, al cabo de un tiempo, se pintaba el trozo intervenido, y, fin:



Pues, colorín colorao, este cuento-historia, .... no ha acabao, porque, aparte de haberlo contao, aprovecho para felicitarnos por la invención de los "tacos" de plástico, el taladro eléctrico y todo lo que tenemos en casa....Pero ojo, no se olvide que, a pesar de las moderneces, como tengas que instalar una "caja embutida".... pues más o menos lo mismo que el tío Félix, pero... más moderno.

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