jueves, 30 de agosto de 2018

Las tormentas de estas fechas

Hoy es 30 de Agosto y son las cinco y veinte de la tarde.
Tal día como hoy, a estas horas, no mucho más pero tampoco menos, hubo -seguro- una tormenta sobre nuestra casa en el paraíso de la sierra.
Empezaban siempre igual, el cielo se ponía gris, había unas ráfagas de viento que iban cambiando del cálido al fresco y se levantaban torbellinos de polvo en el "campo de fútbol" y delante de la casa. 
El sonido de la felicidad, el sonido del viento en los pinos,  cambiaba para avisarnos de que tuviéramos cuidado. Algo iba a pasar.
Alguien -de los mayores, claro- decía. Vamos a tener tormenta.
Y la teníamos, como si fuera una conjura contra la que no cabía luchar. Venía por encima de los Calarejos y un destello luminoso nos deslumbraba.
Al instante, al medio instante o a los dos instantes, un ruido asombroso, envolvente, grave y acogedor si no fuera porque sabíamos los peligros que significaba, venía a instalarse entre nosotros.
Mi padre, D. Nicolás, el patrón de los bichos a los que si escupías reventaban,decía, mayestático: 3 kilómetros y, con la mano hacía el gesto de, "alrededor de...".
Ninguno de los mayores le llevaba la contraria porque sabían que "lo había calculado". Es decir, que no era una cosa de estimación caprichosa, era un cálculo.
Y yo ví más de una vez cómo D.Nicolás le ajustaba la cuenta a alguno de los cuñados que, o bien no la había sabido hacer o le era más cómodo preguntar.
Mira, -fulano-, han pasado 12 segundos entre el relámpago y el trueno. Como la luz viene casi instantáneamente y el sonido tarda 1 segundo en recorrer 340 metros, pues, tanto por tanto, tanto: 3 km y pico, aproximadamente.
Y, a veces nos enseñaba un "patato" que tenía en la muñeca. Era un reloj prodigioso, enorme, pesado, que a veces se le ponía por la zona de abajo de tanto que pesaba. Tenía un botoncito en el que, si tenías la premura de
presionar cuando veías el rayo, y darle de nuevo como se oía el trueno, te decía de manera más exacta que aquella que usaba para explicar a los cuñados, a qué distancia había caído la "descarga"
A veces, con las ventanitas del salón abiertas, los mayores se asomaban "a ver la tormenta". A mi no me dejaban, pero yo las veía mejor que ellos pues mi mente me permitía borrar las paredes y, desde el medio del salón, apoyado en la columna que sostenía el "petromax", representaba en mi mente a toda la chopera, el puntal a la derecha y a la iquierda el mojón de los Calarejos Chicos, por encima del laberinto.
Cuando venía un rayo, lo iluminaba todo, la luz llegaba hasta los dormitorios del lado este y, para mí, la 'culebrina' cruzaba todo el firmamento. 
2 km, hacia la fuente fresca.
En los días siguientes nos entreteníamos en prestar atención a los pinos. Eran muy característicos. Una raya que rompía las cortezas unía la copa con el suelo. 
Tocábamos con unción la herida, por ahí había pasado un rayo.

A veces oí cómo el tío Félix, entonces el único tío que podía discutir con papá acerca de los "voltios" comentaba cómo era posible llegar a juntar tres o cuatro millones de ellos.
Si teníamos la suerte de ir de excursión al "Puntal", oíamos por enésima vez la historia de la desgraciada suerte de unos fogueros, quienes refugiados en su caseta, tuvieron la mala fortuna de que el rayo entrara por la chimenea, acabando con su aireada vida.
Después de las tormentas venían varios espectáculos felicísimos. De un lado los olores de los pinos mojados y la tierra igual. Ver cómo salían vapores del suelo como por arte de magia y, andando un poco deprisa aún podíamos llegar a ver el sol ponerse entre los chopos con los sutiles filajes marcados por la humedad de sus hojas. 

El "arco iris" ese extraño fenómeno para el cual aún hoy no encuentro explicación satisfactoria, aparecía sobre la vertical de "la peña del agujero". A veces, pocas, había dos y era de nuevo papá el que nos advertía sobre la peculiaridad de que tenían los colores en orden inverso

El paraíso era el paraíso. Y tengo que decir al respecto que el otro día tuve una sensación triste. 
Leí en algún lado que no había más paraísos que los perdidos. 
Creo que no, que mientras existan primos y recuerdos, haremos que se mantengan en activo por encima de cualesquiera que sean las circunstancias. 

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