martes, 29 de septiembre de 2020

Las extrañas visitas

 Casi todos los relatos sobre el Paraíso tienen que ver con lo bien que lo pasábamos allí, cómo nos arreglábamos para la vida, hospedaje y excursiones y algunas cosas más, pero no he hablado hasta ahora de una cierta sensación de soledad que teníamos en aquellos parajes.

Y tenía que ser así porque cada vez que se oía un ruido de vehículo mecánico, todos, todos, prestábamos atención....

¿Quién será?¿quién podrá venir a vernos?.

O sea, que en cierta manera, estábamos deseando que alguien viniera.

Pero había un problema. Sabíamos que la entrada  a la finca era de difícil localización. Si alguna familia o amigo hubiera quedado en visitarnos le habríamos dicho que viniera a Siles, pueblo, después que, allí, preguntara por la ruta a la Navilla y, desde ahí....pues, siguiera adelante.... hacia los Calarejos y su casa forestal y...que tuviera cuidado porque, a la derecha, a aproximadamente 800 o 900 metros desde el comienzo de la bajada... había que cuidar no pasarse de una curva a derechas, muy cerrada, entre árboles. etc. etc. 

O sea, que como entonces no había móviles y mucho menos "ubicaciones", teníamos que confiar en haberle explicado el proceso.

Pero lo que al parecer teníamos más que claro es que, si venía alguien, no se nos podía escapar.

¿Cómo?. Sencillo. A ver, media mañana y, en el silencio magnífico de aquella zona se empezaba a oir un motor...Todos callados, ¿por dónde se oye?. Sí, parece que viene por la Navilla, a ver, a ver....el ruido aumentaba, más atención. ¿Se ha metido hacia la "era del boquerón"....si era así, podía ser una visita. 

Claro, en la bajada por el carril, el conductor habría reducido revoluciones y el motor hacía menos ruido. Más silencio nosotros... a ver, a ver....parece que ha pasado, ¡ya se oye otra vez!...va hacia los Calarejos y nos asomábamos por detrás de la casa porque, desde allí se veía el flanco del carril de esa zona....

Pasaba o no pasaba algo. Si era un camión no tenía tanto interés. Ningún familiar vendría en camión.... Si era un coche, ¿qué coche era?...¿El de Tío Paco? (o el de algún otro tío)...

La mayor parte de las veces era una frustración. Poca gente venía a visitarnos pero la mera eventualidad era una magnífica ocasión para romper la rutina. 

Recuerdo que un día oimos un motor que, como he dicho más arriba, pasó hacia los Calarejos, según yo dije taxativamente. Y, entonces, tío Pepe y yo subimos hacia allá corriendo por entre los pinos.

Llegamos al carril y, jadeando, me señaló el tío, ¿Qué?¿hacía dónde había pasado?. Yo, que estaba muy convencido señalé hacia la dirección de la casa forestal...El tío, algo enfadado señaló el suelo. ¡Por aquí no ha pasado ningún coche!....Y, estaba claro, no había rodadas sobre el polvo y los chinos que componían el carril.

Años más tarde, viviendo ya en mi casa, en mitad del olivar, estábamos prácticamente solos y ahí descubrí dos cosas. Una, que cada vez que oía un coche, revivía la sensación que teníamos en la sierra "¡viene alguien!", otra, el que como comanches en algún lugar del "far west", miraba al suelo para buscar las huellas...


No hay comentarios: