martes, 5 de mayo de 2020

La consulta del tío Pablo

Ayer acabé de arreglar la colección de microsurcos y ponerlos en su estante correspondiente.
No se usan, no los uso y me planteo cómo poder hacerlo porque, la verdad, se han quedado "anticuados" y, por eso de ser viejos están muy llenos de recuerdos.
Hace x-tantos años no eran tan antiguos, al revés, eran modernos y, como objetos extraños y peliculeros había que estar al tanto de quién tenía y pedírselos para disfrutarlos.
Pero yo tenía una suerte. Ya vivíamos en Granada y, en cuanto llegaba el verano, me la agenciaba para pasar unos días en Linares, en casa de la abuela.
Era un poco 'grande' como para jugar con los nanos que hubiera en el patio y me busqué una profesión magnífica. Me ponía a ser el 'secretario' o 'enfermero' de la consulta del tío Pablo. En el piso que habían tenido tía Carmina y tío Jose.
Tío Pablo había montado su primera consulta, entrando a la derecha y recibido, al parecer, gran parte de los pacientes del abuelo. O sea, que iban allí, llamaban a la puerta y esperaban su turno sentados en sillas de aquel recibidor.
Yo me ponía en la habitación del fondo, que daba al patio de la casa de la familia Failde. Y el tío, empezando a montar su futura casa familiar guardaba allí algunos enseres de su futuro hogar.
Lo mejor, un tocadiscos ¡automático!, marca Philco, con un sistema rarísimo porque tenías que poner los discos en un eje que estaba doblado y sujetarlos con un brazo auxiliar. Aquello hacía una serie de extraños movimientos hasta que, al final, sonaba.
¡Y qué discos!. "grandes", de 33 cm y de 33 y 1/3 revoluciones por minuto y con toda la música clásica del mundo porque, ahora viene lo complementario y que hacía que aquél secretariado fuera tan agradable.
La revista "Selecciones del Reader's Digest", que ya de por sí permitía pasearte por todo el mundo aprendiendo cosas que pasaban en casi cualquier parte, tenía una editorial de música y confeccionaban unas series de los grandes compositores.
Beethoven, Vivaldi, Liszt, o Mozart. De todo había.
Así que, después de desayunar en el patio de casa de la abuela. A eso de las diez o por ahí me iba calle abajo a mi antro disfrutón.
Hoy toca Vivaldi y, también, el número atrasado de Selecciones de Marzo del año pasado.
¡Qué gozada!.
Ayer tuve en mis manos los dos discos que me regaló el tío Pablo: La sinfonía del Nuevo Mundo, de Dvorak, cuyos maravillosos compases del 4º movimiento fueron utilizados por un programa de radio de nuestra juventud, el "Ustedes son formidables" y, también, la sexta sinfonía, pastoral de Beethoven.
Todavía suena. A lo mejor esta tarde los pongo en honor del tío Pablo.

No hay comentarios: